Camino despacio entre la niebla que me rodea como en el final de “Lo que el viento se llevó”. Una imagen se acerca, borrosa, grisácea, como si fuera un cuadro pintado al carboncillo. Mis manos van buscando la silueta para aferrarse al otro, a lo desconocido, a lo que mira hacia mi, pero todo se vuelve humo a medida que me agito y busco a mi alrededor. Mis dedos se alargan y se alargan a medida que se esfuman cada vez más lejos de mi. Comienzo a no sentir nada donde antes había tacto y suavidad. Comienzo a no sentir nada, poco a poco nada y me voy mareando. La cabeza contrae los sentidos, intento salir, pero, pero…me he destapado y estoy sudando. Se me ha dormido una de las manos que se había quedado atrapada bajo la almohada. Voy volviendo poco a poco, los niños ya se han levantado y andan revolviendo las cajas de juguetes del salón. Realmente fuera está nublado y la humedad ha rociado los cristales de los que pequeñas gotas van cayendo como estrellas fugaces. Pienso en un buen té caliente y reconfortante pero los niños me sacan a la realidad de un empujón gritando “Queremos tortitasssssss”.

Así que me pongo manos a la obra.
Ingredientes:
150gr de harina de trigo
1 cucharada sopera de azúcar
8gr de levadura
1 pizca de sal
200 ml de leche
1 huevo
1 cucharadita de mantequilla
Preparación:
Mezclar ingredientes húmedos, mantequilla (derretida), huevos y leche
Mezclar ingredientes secos, harina, azúcar, levadura y sal
Mezclar los ingredientes secos con los húmedos
Hacer a fuego medio en una sartén sin mantequilla y aceite
Nosotros tomamos las tortitas con chocolate o con mermelada o también con algo salado.
Solo me puedo comer una, pero al primer bocado hasta la niebla más cerrada se dispersa y en mi interior brilla el sol