Son pocas y extrañas las ocasiones en las que las calles están en silencio. Vaciadas de personas y vehículos, todo está quieto, en reposo, como en una fotografía o un cuadro hiperrealista. Cuando esto ocurre y por algún motivo entro y camino por el cuadro, me siento minúsculo y ajeno, como un intruso en un mundo al que le molestara mi presencia e incomodara el sonido de mis pasos.

Hoy la calle estaba más en silencio que nunca. Hoy el silencio era tan abrumador que me ha hecho sentirme muy pequeñito, incluso casi me hace desaparecer, y me ha puesto frente a los ojos la evidencia de que el mundo no necesita al ser humano para funcionar.
Aunque en nuestro eterno afán de conquista intentemos modelar el mundo y eliminar todo lo diferente, borrar una diversidad que nos hace sentirnos inseguros, sin embargo, en cualquier instante, en un giro inesperado, el planeta nos golpea para que seamos conscientes de nuestra fragilidad y de que somos totalmente prescindibles.
Si hay algo artificial en este mundo que hemos construido son las fronteras, unas fronteras que hemos levantado para defendernos no sabemos muy bien de qué, ni tampoco sabemos qué diferencias marcan. Fronteras arbitrarias, porque también en un giro inesperado, hoy estamos a un lado y mañana al otro, hoy impedimos el paso a nuestros hermanos y mañana somos nosotros los que no podemos pasar.
Creemos que la cocina tiene la cualidad de superar fronteras, por eso hoy rescatamos una receta que conocí en mi primer viaje a Marruecos, en el que, con la generosidad que caracteriza a nuestros hermanos del sur, nos invitaron a este magnífico tajine de pollo con ciruelas.
Tajine de pollo con ciruelas:
El tajine es un recipiente en el que los alimentos se cuecen al vapor y en su propio jugo, ya que se cierra herméticamente. Tradicionalmente son de barro, pero ya los hay también de distintos materiales para cocinas de todo tipo.
1.- El ingrediente principal es un pollo, a ser posible campero, y no solo por el sabor, sino también para evitar consumir animales cuya vida se ha reducido a veinte días engordando en una jaula. Pedimos al carnicero que corte el pollo para guisarlo, en pedazos de tamaño medio.
2.- Salpimentamos el pollo y ponemos un poco de aceite en el tajine, donde sellamos y doramos el pollo. Si no cabe todo el pollo a la vez, lo hacemos en varias tandas, para que se dore bien, y vamos reservando los trozos ya sellados en un recipiente.
3.- Una vez que tenemos el pollo dorado, el el tajine pochamos a fuego medio una cebolla cortada en juliana y cuando empiece a estar transparente incorporamos el pollo.
4.- Fundamental, la especias: una cucharada de ras el hanout, media de comino, media de cúrcuma y una pizca de gengibre. Mezclamos todo e incorporamos un vaso pequeño de caldo de pollo.
5.- Tapamos el tajine y dejamos cocinar; a los diez minutos destapamos e incorporamos las ciruelas pasas. Volvemos a tapar y dejamos cocer durante al menos otros veinte o veinticinco minutos.
6.- Pasado ese tiempo, tendremos un magnífico tajine de pollo con ciruelas. El tajine conserva mucho el calor, por lo que se puede llevar así a la mesa e ir sirviendo directamente.
7.- Nuestro consejo: acompañarlo de un cuscús con zanahorias y pasas, por ejemplo 😉