Decía Natalia Levi que llevar los zapatos rotos ayuda a distinguir lo necesario de lo que no lo es. Escribía esto en el otoño de 1945 en Roma, recién terminada la II Guerra Mundial.

Como si la historia fuera un péndulo y visto con perspectiva, podría decirse que el camino con el que se salió de aquellos años de escasez fue dirigirse precisamente al polo opuesto, aunque sin mesura, colocando casi como únicos referentes del progreso, tanto individual como colectivo, la abundancia y la posesión de bienes materiales.
Quizás en ese desplazamiento del péndulo hacia el extremo en el que se sitúan verbos como “tener” y “poseer” se hayan ido cayendo por el camino otros referentes como el “ser” y el “estar”, “lo necesario” y “lo no necesario”, que sugieran otras perspectivas.
Por ejemplo, para Natalia Levi llevar zapatos nuevos no era necesario. La frontera entre lo necesario y lo que no lo es, es subjetiva y permeable, cada uno la establecerá en el nivel que considere y la desplazará hacia un lado u otro en función de las circunstancias en que se encuentre en cada momento. Además, no todo tiene que ser necesario, aunque personalmente nos gusta ser conscientes de lo que lo es y de lo que no lo es (para nosotros).
Estas tortillitas de bonito convierten algo necesario, como es alimentarse, en un placer: disfrutar de un buen plato. Por ello, con ellas queremos homenajear a las recetas de la escasez, ésas que nacieron en épocas de hambre y que con unos pocos ingredientes básicos servían para construir un gran plato: harina, un vaso de leche, dos huevos, media cebolla y una lata de atún conseguían dar de almorzar o cenar a una familia.
Y sirvan sobre todo como homenaje a todas esas cocineras que durante años han sido capaces de transformar la necesidad en virtud, que con poquísimos recursos han sabido transformarlos en platos extraordinarios con los que alimentar a familias enteras.
Esta receta de tortillitas de bonito, como todas las recetas de las escasez, tienen un ingrediente imprescindible: llamar siempre por teléfono a esas madres o abuelas que tan bien se manejan con estos platos para que nos indiquen cuál es el punto exacto, por ejemplo en este caso, de textura en el que debe quedar la masa de las tortillitas antes de echarlas a freír. Nosotros siempre lo hacemos para que nos confirme: “añadir la leche poco a poco hasta que la masa quede ni muy líquida, ni muy espesa”.
Receta de las tortillitas de bonito:
Ingredientes: para 4 personas
- Media cebolla
- 2 huevos
- 2 cucharadas de harina de trigo
- Leche
- 2 latas de atún en aceite
- Sal
- Opcional: perejil o cilantro
- Opcional: una pizca de levadura en polvo
- Aceite para freír
1.- Comenzaremos por picar la cebolla en trozos muy pequeños, para que se integren después bien en la mezcla.
2.- Abrimos las dos latas de atún y las vertemos en un bol; con un tenedor desmenuzamos el atún y lo vamos removiendo para que vaya absorbiendo el aceite y quede todo integrado.
3.- En otro bol batimos los dos huevos. Cuando estén batidos, incorporamos el atún, la cebolla y las dos cucharadas de harina de trigo, y mezclamos bien con ayuda de una cuchara.
4.- Poco a poco vamos incorporando la leche y seguimos removiendo; calcularemos en torno a un vaso de 250 mililitros, pero dependerá de la consistencia que queramos darle. Se trata de que la mezcla no quede ni muy espesa ni muy líquida.
5.- Añadimos la sal y si queremos que queden un poco más esponjosas, podemos incorporar también un pellizco de levadura en polvo. También podemos añadir perejil o cilantro picados, que le aportan mucho sabor a las tortillitas.
6.- Ya solo queda freírlas: calentamos aceite en una sartén -suficiente para cubrir las tortillitas- y con una cuchara vamos cogiendo masa del bol y vertiéndola con cuidado en la sartén; nosotros solemos meter la cuchara dentro del aceite y retirarla poco a poco con cuidado, para que se forme la tortillita.
7.- Podemos freír varias a la vez y darle la vuelta para que se doren por ambos lados. Vamos sacando cuando consigan el tono dorado que deseemos.
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Paco Esteban