
¿Papas con choco, o choco con papas? O quizás, ¿papas y choco?
¿Cuál sería para ti el protagonista de este plato, el ingrediente destacado?
Para nosotros, sin duda, las papas, esas patatas que para muchos están hoy minusvaloradas y casi despreciadas por su supuesto alto valor calórico y también por su bajo precio, asequible a casi todos los bolsillos.
Como somos muy fans de las papas, vamos a ir por partes para defender a este tímido y discreto tubérculo al que tanto le debe la humanidad. Respecto a su valor calórico, en realidad las calorías de las patatas dependen de la forma en que las guisemos: así, mientras que 100 gramos de patata cocida tienen unas 80 Kcal., 100 gramos de patatas fritas caseras suponen unas 300 Kcal. y si son patatas fritas de paquete pueden alcanzar más de 500 Kcal. No es cierto que la patata, en sí, tenga muchas calorías, sino que recibe calorías del resto de ingredientes con los que es guisada, al igual que se contagia del sabor de ellos.
Por otra parte, también parece jugar en contra del prestigio de la patata el hecho de que sea bastante económica, pero no hay que confundir el valor de algo con su precio: el precio solo determina que sea accesible a un mayor o menor porcentaje de población, pero la exclusividad de un producto no lo convierte en mejor que otros. En nuestra opinión es más bien al contrario: la universalidad de la patata la hace aún más venerable y más teniendo en cuenta que durante siglos y sobre todo en los periodos de hambruna, la patata fue uno de los sustentos principales de la humanidad.
Aunque a menudo lo olvidemos, hoy en día la hambruna sigue existiendo, aunque al ser un problema relegado a zonas del mundo que a pesar de su amplitud cuentan con poca visibilidad pública, la hambruna es también poco visible. En la actualidad, el protagonismo del discurso predominante en el mundo adopta forma de pandemia, de crisis sanitaria, y en esta coyuntura la patata puede ayudarnos con una pregunta.
Los periodos de confinamiento de la población han ralentizado la economía mundial, que se ha resentido como si de una guerra se tratara; sin embargo, no toda la economía se ha parado, puesto que los sectores básicos, como la alimentación, han seguido funcionando y en algunos casos incluso a un mayor ritmo que antes de la pandemia. ¿Qué ha ocurrido entonces en los sistemas económicos para que, a pesar de funcionar los sectores básicos, se haya desencadenado tal crisis? Esta paralización de parte de los sectores productivos ha sido como la demostración de que la economía de las supuestas potencias mundiales es tan frágil como un castillo de naipes y se sustenta sobre un artificio: sobre la creación de necesidades artificiales y la fabricación de deseos sobre lo prescindible.
Las necesidades básicas han estado siempre cubiertas pero la paralización del consumo de esos elementos prescindibles, innecesarios para vivir -incluso diríamos que podemos vivir muy bien sin ellos-, hace tambalearse el sistema económico.
En un planeta superpoblado, con recursos limitados y un modelo de consumo insostenible basado en la depredación, el trabajo también es un recurso limitado y gran parte de la población ha tenido que inventar perfiles laborales y generar necesidades en el resto para sobrevivir. Por ello y para ello, hemos borrado de nuestros esquemas mentales una pregunta: “¿esto que voy a consumir es necesario?” y giramos en torno a lo prescindible, arrasando recursos para nada.
En esta vuelta necesaria a preguntarnos por lo necesario, en el caso de las papas con choco, si no habláramos de degustar un guiso sino de la necesidad de alimentarse, con qué ingrediente te quedarías: ¿las patatas o el choco?
Papas con choco:
Ingredientes para 4 personas:
- 1 kg. de patatas
- 1 choco
- 4 dientes de ajo
- ¼ de cebolla
- 1 tomate maduro
- 1 pimiento
- 1 cucharada de pimentón dulce
- 1 vaso de vino blanco de guiso
- 1 pellizco de cominos molidos
- 2 hojas de laurel
1.- Lo primero que haremos es preparar todos los ingredientes para irlos incorporando al guiso. Respecto al choco, lo mejor es pedirle al pescadero que nos lo limpie y trocee, ya que si no sabemos hacerlo nosotros mismos, nos llevará mucho tiempo y difícilmente nos quedará igual. También pelamos y partimos la patatas en trozos grandes y con un chasquido final para que suelten el almidón, pelamos y laminamos los ajos, cortamos la cebolla y el pimiento en juliana, y finalmente rallamos el tomate.
2.- Con todos los ingredientes preparados, tan solo quedará irlos incorporando al guiso en su orden correspondiente.
3.- En una olla grande ponemos dos cucharadas de aceite de oliva virgen y calentamos; añadimos el ajo, el laurel y los pimientos, y damos unas vueltas.
4.- Antes de que el ajo empiece a tomar color añadimos la cebolla y rehogamos todo unos minutos, hasta que ésta empiece a ponerse transparente. Entonces añadimos la cucharada de pimentón, removemos rápido y enseguida sumamos el tomate rallado para que no se queme el pimentón. Freímos todo el conjunto unos minutos para que el tomate se cocine y entonces echamos el vaso de vino blanco y esperamos que se evapore el alcohol.
5.- Añadimos las patatas, movemos ligeramente y cubrimos con agua para que se cuezan. Es el momento de añadir la sal, un toque de pimienta y el pellizco de cominos molidos. Hay quien también le incorpora colorante amarillo para hacer el plato más atractivo visualmente; nosotros no utilizamos nunca colorante ya que no aporta nada al sabor del plato, resulta indigesto y es completamente artificial; además, en este caso, con el pimentón ya lleva un toque de color. No obstante, si queréis darle ese toque amarillo, también podéis añadir un poco de cúrcuma.
6.- Esperamos que las patatas estén casi cocidas y cuando prácticamente estén hechas, añadimos los chocos para completar el conjunto. En unos pocos minutos estarán tiernos y listos para servir.
7.- Este guiso es uno de nuestros preferidos pero lo que en realidad nos apasiona es la base de patatas, que puede combinar con otros ingredientes, como la brócoli, o incluso sola, y es capaz de cubrir gran parte de nuestras necesidades alimentarias.